El aislamiento y la soledad son unas características muy comunes en los tímidos. En este artículo veremos los motivos, consecuencias y formas de superar esta situación angustiosa.
DOS FUERZAS CONTRADICTORIAS
El aislamiento y la soledad que sienten los tímidos es doloroso porque surge de dos fuerzas internas contradictorias:
1) Quiero mostrarme: Hay una parte de los tímidos que quiere mostrarse como es, expresarse, ser aceptado, reconocido, tenido en cuenta, formar parte del grupo, contribuir al bienestar común, compartir con los demás, intercambiar opiniones, entablar y mantener conversaciones interesantes...
2) Quiero protegerme: Hay otra parte de los tímidos que se siente vulnerable, amenazada, no suficiente, no se siente a la altura... Detrás de este comportamiento puede haber varios pensamientos limitantes: No merezco, no valgo, no importo, molesto, no soy bienvenido, no soy importante, soy pequeño, no soy aprobado, soy juzgado, soy rechazado, no soy querido, no soy aceptado, estoy en peligro, soy inútil, soy tonto...
QUIERO Y NO PUEDO
Las ganas de mostrarnos que tenemos los tímidos proceden de nuestra parte consciente que desea tener una relación óptima con los demás y de nuestra parte interna más sabia que sabe que somos seres sociales y necesitamos y queremos relacionarnos con otra gente.
Sin embargo, las ganas de protegernos proceden de miedos irracionales y creencias limitantes procedentes del subconsciente que se han instaurado en nosotros y que interfieren en los deseos de mostrarnos con naturalidad ante los demás. Eso genera aislamiento y soledad.
Estas dos partes conviven a la vez en nosotros y nos genera dolor permanente porque el impulso natural que sentimos conscientemente para relacionarnos choca frontalmente con los bloqueos del subconsciente. Lo que sentimos en el fondo de nuestro ser y lo que queremos racionalmente no se corresponde con nuestro subconsciente demasiado afectado por los miedos y condicionamientos. No hay una coherencia entre lo que sentimos, lo que queremos y lo que hacemos. Vivimos en una sensación permanente de frustración y de lucha interna y externa.
"ES MI CULPA Y ES DE LOS DEMÁS"
En los tímidos suelen coexistir dos creencias:
1) La primera nos lleva a pensar que la culpa de la situación en la que estamos los tímidos es nuestra, porque somos de esta forma, porque nos comportamos de esta manera, porque no sabemos relacionarnos, porque no somos hábiles en la comunicación, porque somos raros... Cuando entramos en este patrón surge el rechazo hacia nosotros mismos, la no aceptación, la culpa, el no merecimiento, la autoexigencia... Y esto se traduce en una gran inseguridad en nuestras relaciones por miedo al rechazo.
2) Hay una segunda creencia que nos lleva a los tímidos a sentirnos víctimas de una sociedad demasiado agresiva, que no nos entiende, que no tiene en cuenta nuestra vulnerabilidad, que se aprovecha de la gente débil como nosotros. La frase «No es mi culpa, es de los demás» nos permite por una parte acomodarnos en el victimismo haciendo responsables a los demás y por otra parte sirve para aliviar la dolorosa sensación de culpa que tenemos hacia nosotros mismos. Aunque, cabe decir que esta situación evidentemente, no soluciona nuestro problema.
LA PRESIÓN, EL MIEDO Y LA EVITACIÓN
La creencia que hay algo en nosotros que nos hace vulnerables, incompetentes, inferiores, no merecedores se suma a la creencia que los demás no nos tienen en cuenta, nos critican, se ríen, nos desprecian, nos juzgan, no les importamos. En resumen, la no valoración y la no aceptación de nosotros mismos se une a la creencia que los demás no nos valoran ni nos aceptan. Lo que pensamos de nosotros es lo que creemos que los demás piensan de nosotros. Lo interior se corresponde con el exterior. Y todo esto nos lleva a vivir más aislamiento y soledad.
Como consecuencia nos sintamos incómodos en las relaciones sociales, que seamos muy exigentes con nosotros mismos y muy sensibles e inseguros también ante las reacciones de los demás respecto a lo que hacemos, pensamos o expresamos. Esta presión tan grande que hemos construido, procedente tanto de la autoexigencia interior como de la dependencia de los comportamientos externos, nos genera miedo y malestar. Y la reacción natural cuando tenemos miedo es huir de las situaciones sociales para precisamente evitar sentir el miedo.
EL AISLAMIENTO Y LA SOLEDAD
Cuando entramos en esta espiral perniciosa, empezamos a evitar cada vez más situaciones que nos generan miedo e inseguridad y tendemos a recluirnos en un espacio en el que nos sentimos seguros. El problema es que cuanto más nos encerramos en nosotros mismos, menos capaces nos sentimos para relacionarnos de forma fluida, natural y satisfactoria con los demás. Sí en nuestro espacio nos sentimos seguros pero este espacio se ha hecho tan pequeño que se ha convertido en nuestra propia prisión.
¿COMO SALIR DE AQUÍ Y ABRIRNOS A LOS DEMÁS?
Es conveniente por lo que hemos visto romper esa inercia de aislamiento y soledad. Eso pasa por los siguientes pasos:
1) Eliminar bloqueos energéticos que no impiden mostrarnos con naturalidad y seguridad ante los demás (acuerdos kármicos, traumas emocionales, lealtades familiares, bloqueos emocionales, espíritus y energías negativas).
2) Reprogramar creencias potenciadoras que nos permitan sentirnos capaces de relacionarnos con los demás. Por ejemplo: Soy importante, soy valioso, mi opinión cuenta, soy merecedor, soy un regalo para los demás, formo parte del grupo, tengo mucho que compartir con la gente, puedo expresar mis opiniones con seguridad...
3) Fomentar la autoestima. Reforzar la sensación de valor, de aceptación de nosotros mismos y de sentirnos merecedores de disfrutar de una vida y de unas relaciones plenas. Cuando nos relacionamos bien con nosotros mismos es cuando luego podemos relacionarnos satisfactoriamente con los demás.
4) Pasar a la acción. A través de unos ejercicios progresivos, irnos exponiendo a aquellas situaciones que hasta este momento habíamos evitado.
5) Adquirir habilidades sociales. Hay una serie de técnicas muy útiles para poder tener unas relaciones satisfactorias y enriquecedoras con los demás que pasan por tener en cuenta aspectos como la asertividad, la empatía, la persuasión y el arte de la conversación.
EL MÉTODO ME ABRO EL MUNDO
Los pasos que te indicado forman parte de la estructura del Método Me Abro Al Mundo, un programa específico que he creado para las personas tímidas que sienten bloqueos e impedimentos para relacionarse con naturalidad y seguridad con los demás. Y, como consecuencia, tienen problemas de aislamiento y soledad.
A lo largo de las sesiones vamos trabajando primero la relación con nosotros mismos para pasar posteriormente a trabajar la relación con los demás. Es un proceso de adentro hacia fuera que culmina un empoderamiento de los clientes que se sienten con mucha más confianza y seguridad para expresarse y con muchas más herramientas para desarrollarse bien en las relaciones sociales.
Foto de Anthony Tran en Unsplash
Deja una respuesta