Creer que somos el centro del mundo es una de las características más comunes en los tímidos pero de una forma bastante particular que nos limita en nuestro día a día. En este artículo quiero hablarte sobre cómo revertir esta actitud y transformarla en un hábito más favorable para ti.
Egocéntricos y tímidos
Entendemos el egocentrismo como la actitud de creer que todo gira alrededor nuestro. Para una persona egocéntrica, él es el centro del mundo y los demás son los que tienen que satisfacer sus deseos.
Bien, los tímidos somo bastante egocéntricos: tenemos la impresión que todo el mundo nos está observando, aprobando, desaprobando, analizando, juzgando, criticando... Y tenemos miedo a ser objeto de burla, rechazados, apartados, menospreciados, ignorados, cuestionados...
¿Cuántas veces paseamos por la calle y sentimos incómodos porque creemos que nos miran? ¿Cuántas veces al hablar tenemos la sensación que están analizando cada palabra que estamos diciendo? ¿Cuántas veces nos callamos cosas por miedo a lo que pensaran de nosotros? ¿Cuántas veces deseamos huir de estás situaciones y estar a salvo de tantas miradas? ¿Y cuántas veces estos miedos son exagerados y no se corresponden con la realidad?
Creencias limitantes
En otro artículo te he hablado sobre los pensamientos y creencias más comunes en los tímidos. Desde mi punto de vista, un elemento decisivo que nos lleva a ser tímidos y a creer que somos el centro del mundo son las siguientes creencias limitantes:
- No soy importante
- No valgo
- No hago las cosas bien
- No merezco
- No soy capaz
- No pertenezco
- Soy malo
- ...
Estas creencias están bastante instauradas en los tímidos y nos mantienen en una actitud de víctima. No nos sentimos capaces de desarrollarnos por nuestra cuenta, de actuar de forma correcta ni de sentir que los demás nos aprueban. El origen de estas creencias en muchas ocasiones son las experiencias que hemos vivido a lo largo de nuestra vida u otros motivos más ocultos. Todas ellas condicionan en gran medida nuestro día a día.
Autoexigencia como sobrecompensación
El tema importante es que todas estas ideas que fueron infundadas por nuestro entorno (padre, madre, familiares, profesores, amigos, sociedad...) pasaron a formar parte de nuestra personalidad, pensamientos, creencias y hábitos.
Como respuesta tenemos que diseñar alguna estrategia, un mecanismo de defensa, para sobrellevar el malestar que representan para nosotros las creencias de no valía, no merecimiento, poca importancia, no pertenencia... Y una reacción que tenemos muy común es tener una gran autoexigencia con nosotros mismos.
La autoexigencia es una estrategia de sobrecompensación que, a partir de la creencia de que no estamos a la altura de los demás, nos impulsa a sobreactuar para ocultarlo o para demostrar que sí lo estamos. Veamos algún ejemplo:
- Si creo que no me merezco las cosas, me obsesionaré en demostrar que sí las merezco
- Si creo que no hago bien las cosas, buscaré la perfección en todo
- Si creo que no soy importante, haré todo lo que pueda para demostrarlo
- Si creo que no pertenezco, haré todo lo que esté en mis manos para agradar a los demás
- ...
Estas actitudes llevadas con moderación no son malas por sí solas pero los tímidos las pasamos por el filtro de la autoexigencia. Y un gran nivel de autoexigencia nos lleva al perfeccionismo. Queremos hacer las cosas perfectas, sin ningún error, para demostrar a los demás que no somos tan malos, tan tontos, tan poco importantes... Esta actitud nos genera una gran presión y tensión. Resulta agotador esforzarnos a cada momento para intentar agradar a los demás.
¿Quien me juzga?
Los tímidos solemos pensar que los demás no nos entienden, no nos respetan, no nos quieren, no nos tienen en cuenta... Para salir de esta actitud de víctima considero que es fundamental cambiar de foco. Para ello te planteo una serie de preguntas:
- ¿Eres amable y comprensivo contigo mismo?
- ¿Te permites ser vulnerable y equivocarte?
- ¿Te aceptas como eres independientemente de tus logros?
- ¿Te amas incondicionalmente simplemente por tu forma de ser?
- ¿ Te valoras por el simple hecho de existir?
Si detectas que respondes "no" a estas preguntas esto significa que tienes una actitud de juicio sobre ti mismo. Como reconocer esto duele, a veces queremos ocultarlo y reaccionamos diciendo y creyendo que son los demás los que no nos aceptan. Que todos se han fijado en nosotros y se han confabulado para llevarnos la contraria. Resulta menos doloroso dar la culpa a los demás y no reconocer nuestra responsabilidad. Pero el cambio se produce cuando realmente nos damos cuenta que quien juzga no son los demás sino que somos nosotros mismos.
Ser el centro del mundo de forma activa
De alguna forma es cierta la perspectiva que somos el centro del mundo. Percibimos y creamos la realidad a través de nuestra propia experiencia. Lo que pasa es que los tímidos nos sentimos el centro del mundo de forma pasiva. Somos las víctimas indefensas que recibimos el juicio, la desaprobación y la falta de comprensión de los demás.
Te invito a partir de ahora a cambiar esa actitud y a tomar las riendas de tu vida: Sí, tú eres el centro del mundo pero no para recibir juicios, regaños, burlas, castigos y desaprobaciones. Sobretodo las tuyas. Tú eres el centro de tu mundo para coger el poder, aceptarte como eres, valorarte, reconocer tus necesidades y quererte.
Y es solamente cuando reconoces tu centro y lo sitúas como lo más importante en tu vida, cuando estás en condición de empezar el proceso de apertura activa a otros mundos, el mundo de los demás. Te sientes capaz de expresarte y de compartir como eres ante ellos sin juicio y esto hace que ya no te importe tanto lo que pensarán o dirán. Porque te quieres y te aceptas con tus grandes dones y potenciales y también con algunas debilidades. Como todos.
Foto de Cristian Newman en Unsplash
Masha Dice:
Me encanta este enfoque Albert! Muchas veces pensamos que los tímidos somos lo pobrecitos, inseguros, etc. pero en realidad nos creemos inconscientemente el centro del mundo. Me siento muy identificada la verdad. Y es que la gente va a su bola, cada uno tiene sus quehaceres y nadie nos va a prestar tanta atención como erróneamente imaginamos. Gracias por este post tan valioso y que rompe con una creencia muy importante en este aspecto.
Albert Torrent Dice:
¡Exacto, Masha! Por muy tímidos que seamos, no somo tan importantes como para llamar continuamente la atención de los demás. 😉 Es más, como bien dices, muchas veces la gente ni se fija en lo que hacemos, decimos, mostramos…
Somos nosotros los que nos metemos esta presión debido a creencias, inseguridades… y estamos sufriendo para nada.
Incluso a veces inconscientemente buscamos desaprobaciones de los demás para demostrar que somo víctimas y lo poco que nos quieren.
La intención final es sentirnos relativamente cómodos porque así atribuimos el problema a los demás y de esta manera nosotros no tenemos que mirar a esta parte de inseguridad y miedo que hay en nosotros.
¡Mirarla puede doler pero en cambio es imprescindible para reconocer el bloqueo y abrirnos a poder cambiar!
¡Gracias por tu interesante comentario! 🙂